Friday, November 17, 2006

Anatema...


La sangre es el canal de las maldiciones más imponentes que puedan recaer sobre criatura alguna. Aún las edades han de postrarse, año tras año, a prevalecer la secuencia perenne en contra de los afectos al gran cisma. De la descendencia de primigenias execraciones somos el anatema de generaciones y generaciones en degeneración. Las circunstancias de la historia nos han enajenado de la divinidad, la carencia de lo celestial y lo demoníaco, de la moralidad y la inmoralidad de las criaturas morales e inmorales.










Es un desperdicio estar tan cerca de ti
sin dejarme tentar por el deseo de besarte
es sólo un deseo fugaz, constante e imperecedero
que me mantiene en un cero mental-racional
Tampoco quisiera marchar antes de rozar tu piel
sin que la casualidad de tal hecho me estimule
desde cada vello a cada instinto de piel
pasando por cada sensación de los deseos tuyos
Con un cielo sonrosado de un atardecer violeta
esperando un purpúreo anochecer que me entregue a la distancia
que me entregue a tus labios erotizados
que me deje abandonado entre tus brazos
Y renuncio, antes de que esta anomalía cause el caos
antes que los vientos converjan en huracán
entre penumbras de mi último atardecer con ustedes
entre las huellas trazadas por tu mirar fijo en mis ojos
sangrantes por la atrofia de no verlas
por la necesidad de reprimir los deseos.
Quisiera estirar mi mano y poder alcanzarte a la distancia
poder abrazarte como nunca lo he hecho
y así, tal vez, reposar mis labios en los tuyos
sin mas nada en nuestro derredor que altere nuestra fusión
que una despedida traiga una inmediata bienvenida
que un adiós traiga consigo un pronto retorno
para que no me falte tu presencia
para que no me afecte tu ausencia
Más hoy... que mi brazo ya no te alcanza
y mi garganta se ha desgarrado invocando tu nombre
sólo me responden mi eco y el silencio
los ríos de soledad y los mares de recuerdos